martes, 2 de agosto de 2016

La burla

Tirado en el medio de la calle, mi cuerpo presenta los últimos signos de vida. Lo que queda de mi se retuerce, no busco ayuda, se retuerce de carcajadas imperceptibles para los transeúntes amontonados a mi lado. Quedan pocos segundos para recordar al pasado y pedir perdón por mis pecados.
Dios no existe, el pecado es una invención humana ¿Por qué arrepentirse? ¿Porque a un montón de estúpidos en manada se les ocurrió que mi vida era una mierda? Nadie puede decirme que hice bien o que hice mal, en definitiva fue mi vida. La vida que ahora se va porque era el momento más feliz de mi existir ¿Acaso, no era un buen momento para dejarla?
Mi corazón late aun más fuerte y rápido que nunca. Mi mano había buscado el arma, mi mente la había guiado. No siento remordimientos de ningún tipo. Fui ladrón, policía, embustero, religioso, pordiosero, rey, prisionero, libertino, libertador, opresor y hasta mi propio asesino.
Muchas veces terminé con míseros creyentes de eternidad, que hoy se pudren en un menjunje de tierra, carne y gusanos… un revoltijo al que todos nos dirigimos, del que no tenemos escapatoria.
Soy dichoso. No veo luz, ni ángeles, ni dioses, ni demonios, nada… eso veo, la nada misma y me regocijo. Me regocija pensar en la idiotez de todos estos ingenuos, en su inútil existir, en sus creencias inservibles, en su búsqueda de la mentira… y yo poseo la verdad. Una verdad que no van a saber en sus putas vidas. Me dan risa, me burlo.

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