Te quise, nunca
supe bien porque, hasta el último día me hiciste sentir indeseable. Me
ilusioné, me ilusionaste. Me puse anteojos de colores para ver lo que no eras.
Teñí todo color de amor para hacer nuestra vida soportable. Y por cambio recibí
la amargura, la angustia de sentirte en otros besos, los dolores del cuerpo, la
soledad de transcurrir nuestro viaje solitaria. Estabas viajando muy lejos, un
viaje en el que no te podía acompañar. Para el viaje de la vida, para el
verdadero viaje, tu compañía me era necesaria. Te necesité... te idolatré… te
hice merecedor de mi yo. Y tu ser, enteramente todo tu ser, me despreció y
despreció la oportunidad que teníamos.
Es un reproche,
si, no lo niego, es un reproche a mí misma, a la entrega interesada del amor
correspondido. A sentirme plena y sentirte pleno conmigo. No pude, no quisiste.
Ya no te espero,
ya no te quiero. En las noches solía recordar nuestro día, hoy solo recuerdo
nuestras tinieblas. Me encadenaste a un
ser que se me torno insoportable, y aun así en aquel momento te quise.
Soy, estoy y
parezco más madura, ya no me interesa tu desprecio y tu maltrato, crecí. Soy
una mujer que ahora espera, no al príncipe azul que parecías, espera al hombre
que la quiera, que la malcríe, que le de las caricias que necesita, que la llene
de alegría, que la haga feliz. Todos nos merecemos ser felices aunque sea una
vez en la vida, contigo no lo fui nunca, fue ilusión.
Con estas líneas
pretendo dejar atrás ese funesto pasado, al escribirlas me siento liberada, me
siento plena, me siento... Hoy aprendí que ya soy una mujer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario