Su silueta se
recorta en la ventana. Hace tiempo que a esta misma hora lo veo en la misma postura,
el en su ventana y yo aquí en mi callejón. Nos esperamos.
Siempre me dio
curiosidad su quietud, llegué a pensar que se trataba de una de esas figuras de
yeso que se encuentran en los escaparates de las tiendas de poca monta. Desistí
de semejante conjetura, no por revelación humana o divina, simplemente porque
dejaría de ser mi necesaria y diaria compañía. Esta es la hora en que nos
miramos, la hora que nos pensamos, la hora que nos añoramos. No sabemos de
preguntas, no sabemos de respuestas, nos comprendemos.
La noche me
aqueja, debo dejar mi morada de cartones antes del amanecer, los vecinos se molestan
si me ven durmiendo en la calle. Hasta mañana mi gato de sombra…hasta mañana.
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