El árbol juega a desnudarse con el viento. Deja caer su ocre
vestimenta
al compás de las sutiles caricias.
Son uno en el susurro. Alegoría de un final que no es final.
Viento eterno de otoño que vuelve año tras año. Árbol que se
viste y lo
espera para volver a desvestirse.
Ciclo repetido e irrepetible. Nada nuevo y todo original.
Rayos de luz etéreos de la mañana, calidez de frío, colores
de nostalgia.
Es otoño y los invade la melancolía, la añoranza de épocas
de dioses y musas.
Saben que pasado el desabrigo se volverán a encontrar, haciendo alarde de su verde ajuar, esperando la suavidad de
su abrazo.
Árbol, viento. Par de pares, par sin par, pareja por
naturaleza; naturalmente despareja.
Uno es eterno, el otro mortal. Se aman hasta el final. Ya no
hay tiempo, el espacio no existe.
Así es su vida, esperanza de esperar, de promesa y de
ilusión.
No buscan más, ya se tienen.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario